lunes, 7 de febrero de 2011

MICRORRELATO 15

Tras unos días de reflexión decidió dar un paso importante. Su relación de pareja no era la ideal. Tenía la sensación de que no era lo que realmente quería, pero se había acomodado hasta tal punto que comenzó a entrar tiempo atrás en un rol de una leve sumisión consistente en hablar, bailarle el agua, informarle sistemáticamente de lo sucedido día a día y satisfacer sus necesidades fisiológicas de deseo carnal.

Al vivir retirados por cuestiones laborales y encontrarse sólo los fines de semana (y no todos), la frialdad que habitaba en su corazón se hacía cada vez más gélida. Pero todos los días había llamada telefónica casi siempre a la misma hora, todos los días tenía que dar habida cuenta de todo lo que hacía y deshacía, y todos los días le mandaba un sms para desearle buenos días. Pero en el interior, en su fondo más profundo no había una necesidad basada en el amor para hacer rutinariamente cada una de las acciones que llevaba a cabo. 

Lo que antes se convirtió en una situación forzada, en la que se sintió incómodo, angustiado, con ganas de romper con todo, ahora es una pieza más de su vida. En una confesión a alguien llegó a decir que quizá no era la pareja con la que siempre había soñado, pero que pensaba que conociendo nuevas personas, la situación actual nunca podría ir a mejor. Pero no era feliz, aunque si se resignó en una postura que pudiésemos calificar como la pieza de puzzle que intenta colarse en el hueco inapropiado, pero que forzándola un poco, acaba entrando.

Aquel día pensó en todo aquello, para asumir las circunstancias. Aquel día reflexionó justo antes de pronunciar el "sí quiero".

domingo, 6 de febrero de 2011

MICRORRELATO 14

¿Dónde se encuentra la medida de la amistad?
¿En qué momento te das cuenta de que el compartir con una persona te resulta tan agradable que quieres hacerlo más extensivo en el tiempo?

Manuel siempre llegaba a las tantas de la madrugada cada vez que se iba a tomar algo con los amigos. Los efectos del alcohol eran evidentes. Siempre era evidente que no debía llegar a esas cantidades, pero las que, en teoría, debían ser tres copas, al final se convertían en cuatro o cinco... Y, claro está, al superar sus límites, todo se volvía borroso y confuso.

La vuelta a casa era una odisea. Una mezcla entre risa ebria y ligero mareo, unas tremendas ganas de mingitar, hambre, y un deseo grande de tirarse a la cama.

Y cada vez se cerraba la noche para dar paso al descanso, cada vez, desde hacía algo más de un mes, y sin saber por qué, siempre recordaba a alguien. Era alguien que había conocido por internet, alguien que no conocía en persona pero que, sin embargo, había sido capaz de colarse en su memoria sin un motivo real y aparente. Era una persona sencilla, simpática, supuestamente agradable, físicamente resultona, con la que había cruzado no demasiadas palabras.Y todas las palabras habían sido cruzadas sólo por teléfono y por el messenger. Con lo cual, la percepción de esa persona era bastante sesgada, lo sufucientemente limitada y escasa como para no recordarla en ningún otro momento del día. Realmente no había amistad. Solo un par de buenas conversaciones y ya. Lo suficientemente poco como para poder valorar. Normal y lógico.
Sin embargo, cuando el alcohol se apoderaba de su yo interior, cuando sus más interiores pulsiones salían a flor de piel, era cuando recordaba aquella persona.

Únicamente cuando lo de dentro se exteriorizaba al cien por cien era cuando su cerebro recorría un camino completamente desconocido para él, y que le conducía irremisiblemente a acordarse siempre de la misma persona.¿Por qué? Él seguía preguntándoselo. Y la respuesta no estaba demasiado clara.

De todos modos, al día siguiente, siempre pasaba al olvido. Siempre se daba cuenta de que realmente no había nada. No existía amistad, no existía vínculo. No existía un por qué plantearse la posibilidad de cultivar poco a poco esa amistad.

Así que un día aquella persona que siempre venía a su memoria en momentos de verdad, no en vano, los borrachos siempre expresan sus más profundos sentimientos, aquella persona que se prestaba a mantener distendidas conversaciones con Manuel, se cansó de no avanzar y desapareció.

En ese momento, Manuel comenzó a hacerse preguntas a sí mismo. En ese momento, quizá, comenzó a echar en falta algo, por pequeño que fuese. Pero era algo. Algo especial. Algo distinto... En ese momento se preguntaba por qué recordaba alguien que no era nadie en su vida... En ese momento comenzó a intuir que, tal vez, tras esa máscara aparente de "nada", de conocimiento superficial y efímero de alguien, hubiese un trasfondo en el que nunca había reparado, en el que nunca se había parado a pensar por un instante.




En esta vida, todo tiene muchos vestidos. Todo lo que ves puede parecer lo que es, pero en otras ocasiones, se esconde tras un velo disfrazado de otra cosa, de una superficial coraza que nos extrae del mundo real para transportarnos a otro lugar en el que nos encontramos feliz a nuestra manera, pero que nos impide ver más allá del cristal del escaparate donde tenemos expuesto SÓLO aquello que nos conviene, sin arriesgarnos a arriesgar, sin exponernos más de la cuenta, sin aventurarnos a saber qué habrá al otro lado del espejo...