sábado, 20 de agosto de 2011

MICRORRELATO 22

Todo estaba en calma. La suavidad de la brisa acariciando las prominentes dunas que coronaban aquel desierto me recordaba a los delicados dedos que recorrían mi piel, y cuyas yemas rozaban con mis poros, produciendo una explosión de paz...

Todo era tranquilo. El calor abrasador en el día, el frío abrazador en la noche. La sequedad extrema del entorno, como dos labios ausentes de agua durante dos días, agrietados, abandonados, esperando a que una gota salvadora le devuelva la vida y la ternura de sus besos.

Todo era extraordinario. Hasta tal punto que, después de estrellarse el avión, aún no comprendía cómo seguía vivo en aquel inhóspito y recóndito lugar fuera de todos los confines conocidos.

martes, 9 de agosto de 2011

MICRORRELATO 21

Casi sin poder tomar aliento volvió a incorporarse para seguir corriendo tras el tropiezo. Huía con todas sus fuerzas, para intentar alejarse de aquel infierno que le atormentaba desde hacía ya algún tiempo. Pero su huida estaba siendo fatigosa y difícil. Entre los árboles del bosque intentaba esconderse, se ocultaba entre los matojos para no ser avistado. Pero el pasado le perseguía, y cada vez lo sentía más y más cercano. Cruzó un río, el agua limpiaría y disimularía los rastros corporales para que no se pudiese seguir su pista. Ese pesado pasado, inflexible, atrapador, extremadamente disciplinado, dueño de su propia vida. A pesar de su intento de distanciarse de él, él era más poderoso y más fuerte. Pero tenía la esperanza de vencer a Goliath. Y su siguiente objetivo era romper las cadenas con ese lastre que arrastraba y le ataba con muchos años atrás de su vida: intentaba buscar algo para romper las esposas que unían sus manos, y que le fueron colocadas al montar al vehículo de transporte, el cual le llevaría a una prisión de mayor seguridad, y que volcó estrepitosamente a mitad de camino...