viernes, 19 de diciembre de 2008

Y POR QUÉ SOMOS ASÍ?

Ya, prácticamente, estamos en periodo navideño. El adviento nos viene preparando desde hace unas semanas, y El Corte Inglés ya colgó sus luces hace tiempo, esas luces que nos invitan a gastar desaforadamente, aunque no tengamos un euro o, si lo tenemos, no pensemos demasiado en que hay que guardarlo por si acaso. Las cifras económicas para el próximo año no son nada alagüeñas. No las voy a sacar ahora porque son deprimentes y, la verdad, ya están los informativos y los analistas para recordárnoslas. Pero si quiero poner sobre el tapete una idea inspirada libremente en un artículo que leí en la edición digital de "La Judea" el otro día. Cómo se puede ser tan cegato para no darse cuenta de que estamos en un periodo en el que nuestros semejantes lo están pasando muy mal, mientras nosotros seguimos gastando a tontas y a locas lo que no tenemos. Cómo es posible que pueda existir tanto sentimiento de hipocresía asentado en nuestra sociedad, de modo que la llegada de estas entrañables y consumistas fechas no hagan que abramos los ojos y miremos hacia los que menos tienen o, lo más grave, que no seamos capaces de mirar hacia nosotros mismos, que igual en enero o febrero estamos apretando el cinturón de la alimentación o de necesidades básicas por darnos el gusto de gastar en estos días. Yo soy el primero que defiende la cena de Nochebuena, y la de Navidad, y la de Fin de Año, y los Reyes Magos. Todo eso es cierto, y forma parte de una tradición ancestral que nos hace sentirnos bien, compartiendo y regalando a nuestros seres más queridos. Pero fuera de estos momentos puntuales, la gente, en general, entra en un centro comercial en época navideña y se vuelve completamente majareta. No somos capaces de pensar fríamente y reflexionar un poco sobre qué hacemos allí, a qué hemos ido y qué es lo que realmente necesitamos. Simplemente nos dejamos hechizar por luces, músicas felices, vitrinas excepcionalmente bien montadas y decoradas y de nuestra tarjeta de crédito.Tiramos del dinero de plástico y no pensamos en que hay muchísimas personas que, este año van a tener unas navidades pensando en si encontraran trabajo o no, que no podrán dar a sus hijos unos reyes medianamente dignos, y que la comida especial tendrá que ser bastante más humilde porque no tienen con qué comprar. Todo esto lo dejamos aparcado en el parking del hiper, porque todo eso nos entristece, nos hace pensar, nos hace reflexionar y no sería demasiado adecuado llevarlo con nosotros hacia adentro, porque igual, esa tremenda tristeza acumulada de todos los que allí están, harían fundirse de golpe todas las lucecitas de Navidad, callarían la música feliz, y nos harían caer en la cuenta de dónde estamos y qué es lo que realmente tenemos a nuestro alrededor.
(Editorial del programa "A Golpe de Llamador" de Onda Cero)

1 comentario:

Laura dijo...

No tengo respuesta a la pregunta de por qué somos así?, quizá es que aún no somos seres humanos, sino bestias en evolución.

Buen blog. Un saludo dsde La Fraga