sábado, 27 de febrero de 2010

FUERA DE LUGAR 3



Es difícil poder familiarizarse con un lugar que no es conocido, que no puede ser identificado a través de un vistazo ocular, para poder conformar un dibujo de la ubicación en la que nos encontramos. Él estaba absolutamente desconcertado y perdido en aquel espacio indefinido e imposible de imaginar.

La desnudez era otro acicate que le hacía sentirse mucho más inseguro en aquella desconocida situación. El no poder resguardar su cuerpo bajo alguna prenda le hacía sentir frágil, débil. Pero no era capaz de vislumbrar en ningún momento alguna prenda o simple trozo de tela que le pudiese proteger de aquel desasosiego.

El calor en aquella estancia aumentó, pero no era asfixiante. Es como si el termostato de aquel lugar tuviese la graduación perfecta para estar cómodo.

Sus ojos se iban acostumbrando poco a poco a la luminosidad característica de aquel espacio. Sin embargo, aún era incapaz de poder distinguir silueta alguna en la infinidad del horizonte perdido en lontananza.

En un momento en el que él se encontraba acurrucado sobre sí mismo, sentado en aquella sencilla superficie, la inquietante voz volvió a manifestarse:
- Continúa caminando. Encontrarás algo para arroparte. Pronto conocerás los por qué necesarios para entender el hecho de que estés aquí.

Aquellas palabras estaban completamente vacías de contenido. Principalmente porque no respondía a ninguna de sus grandes e inquietantes cuestiones que rondaban su mente. Sin pensarlo, gritó inmediatamente:
- ¿Dónde estoy? ¿Quién eres? ¿Qué es esto? ¡Quiero una respuesta! ¡Contesta! ¡Responde!

El silencio se adueñó del tiempo y del lugar. Los segundos se hicieron eternamente mudos. Pero, repentinamente, un agudo silbido volvió a romper la monotonía... Y tras el silbido, la voz volvió a transmitir un mensaje:
- Ahora no es el momento. Ahora no puedo responder a tus preguntas. Aún debes permanecer más tiempo aquí para comprenderlo todo...- Un nuevo silencio contagió el aire. Pero dicho silencio volvió a romperse:
- Sólo puedo decirte una cosa. La línea entre la vida y la muerte puede ser tan delgada que puede impedirte distinguir en qué lugar de la franja te encuentras...
(Continuará)

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