lunes, 3 de enero de 2011

MICRORRELATO 10

Un buen día apareció por casa. Rocky. Esa mirada llena de dulzura me atrapó de repente, y para siempre. Su piel aterciopelada se fundía entre mis brazos para darle calor, puesto que aún era un cachorro. 

Tímidamente asomaba su lengua para colmarme de beneplácitos, y cariños, que quedaron grabados en mis poros como el gesto de alguien que ya empecé a considerar uno más de la familia.

Aún lo recuerdo correteando por las habitaciones de casa, con su ladrido lleno de vida, y con su mirada, esa mirada que penetraba mi corazón y me dejaba feliz por dentro.

Aún siento el sonido de sus patitas acercarse hacia mí, para darme los buenos días, o cómo daba saltos de alegría cuando él y yo salíamos a pasear por la calle.

Si la amistad, la fidelidad, y el ejemplo fiel de un buen compañero pudiese nombrarse,yo le pondría Rocky.

Pero un día, dejé de oir el sonido de sus patitas, dejé de oir el ladrido amable que me llenaba el corazón, dejé de sentir el calor de su suave piel junto a mi mejilla, dejé de recibir el cariño más sincero y más puro.

Rocky se fue un mal día en el que un conductor despistado quiso dejarme tan sólo como nunca hubiese podido imaginar en mi vida...

Pero esto no acaba así, porque él sigue y seguirá viviendo por siempre y para siempre en el único lugar donde no hay tráfico, y donde el podrá corretear líbremente y sin ningún peligro: EN MI CORAZÓN.

(Microrrelato dedicado a Luis y a su gran amigo Rocky).

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