viernes, 7 de enero de 2011

MICRORRELATO 13

Un día como cualquier otro, Juanjo caminaba por las calles de su pueblo adoptivo, lejos, bastante lejos de su tierra natal. Allí todo era algo distinto. El carácter algo más frío, propio de aquellas tierras del centro del país, un paisaje más sombrío, propio de la Meseta central y ese habla. Sobre todo el habla. Regada de "eses" por doquier, y con todos los fonemas pronunciados en cada una de las palabras que expresaban.

Qué distinto al andaluz que Juanjo había mamado desde pequeñito, dialecto preciosista donde los haya, donde la línea melódica se convierte en un deleite para los oídos. Siempre lo comparaba con un canto divertido al castellano puro, y siempre había defendido la teoría de que, probablemente, ese andaluz, por la tendencia que tienen los idiomas a economizar, pudiese ser, en un futuro, la nueva vestimenta de ese castellano que, a su vez, también era una versión economizada y vulgar (entiéndase vulgar como perteneciente al "vulgo", al pueblo llano), del latín.

Aquel día iba a comprar unas patatas, alguna que otra manzana y unas fresas para bañarlas con nata en el fin de semana. Entró en la frutería del pueblo. Saludó como siempre a la señora Antonia, propietaria del establecimiento, y quedó esperando turno. Delante de él había dos personas. Un señor jubilado que iba a comprar su ración semanal de naranjas de zumo, y un chico, de unos 30 años, rapadete, que estaba justo tras este señor.

Una vez hubo concluido el señor mayor, el siguiente comprador se dispuso a pedir lo que necesitaba. Y dijo lo siguiente:

- Deme "uhtéh" "unah" "pocah" de "ezah" "cerezah" que "ehtán" ahí, que "ze" ven "mu" "bonicah", y también me va a "dah" "unoh" "plátanoh" que no "ehtén" "mu" "maduricoh" "pa" que "m'aguanten" un poco "máh", por "favoh".

Juanjo, que estaba pensado en sus cosas, levantó la cabeza inmediatamente. No podía creerse lo que había escuchado. Eso era motrileño. Pero motrileño del rajao rajao rajao. Del castizo, del bueno. Abosulutamente sumergido en su incredulidad, se fijó un poco más en aquel chico. La cosa es que mirándole un poco más detenidamente, le daba la impresión de que le sonaba su cara. Así que embargado por la emoción, no le quedó otra que acercarse a él, tocarle el hombro y preguntarle:

- Oye, perdona, te he "ehcuchao" "hablah". ¿De dónde "ereh" tú?

- ¿Yo? Yo "zoy" de "graná", de un pueblo que "ze" llama "Motrih".

Juanjo no se lo podía creer. Alguien de su misma tierra en el mismo pueblo que él, tan lejos como él de sus raíces. Evidentemente, se atropelló a contestar:

- "Joé" "killo", que yo "zoy" también de "Motrih".

De pronto, un par de sonrisas se dibujaron en los rostros de ambos dos. Mira que tiene narices, que tan lejos, puedas encontrarte a alguien tan cercano. En ese mismo instante decidieron tomar un café al salir de la frutería. Cada uno habló de sus procedencias y de sus motivos que les movieron a estar allí. El café se convirtió en un posterior digestivo. Al digestivo le vino el día siguiente una comida a la cual también se incorporó la novia de Rafael, otra enamorada de nuestro pedacito al sur de la Península. Y tras esa comida vino una salida nocturna para cenar por la capital.

Desde aquel instante, una amistad quedó sellada para siempre. Desde aquel instante parece que un hada bueno decidió regalarles a ambos la posibilidad de tener un trocito de su tierra natal en aquellos mundos donde la vida les había puesto. Desde aquel momento, cada vez que necesitaban sentir cerca sus raíces, simplemente tenían que escucharse el uno al otro.

La buena gente te la encuentras donde menos te lo esperas. Donde nunca imaginas. Pero si tienes la inmensa fortuna de que conviven a tu lado, entonces acepta el regalo, da gracias, y disfrútalo siempre. 

(Felicidades, Rubén)

2 comentarios:

Frayle dijo...

Muchisimas gracias, vecino!
La verdad es que tienes razón. Y en tóh laoh cazi zeguro que te encuentrah un motrileño... a mi me pazó en Valencia...

Noelia López dijo...

te paso el Valencia y en Madrid en el Rock in Rio jajajajaja que fuerte jejejejeje, na que deciros que me alegro un montón de teneros a los dos en mi vida, graciasssss