
Recomiendo leer la primera parte de estos recuerdos, para poder continuar el hilo argumental de este segundo artículo. Gracias
David Rodríguez y yo nos fuimos a Onda Cero para ver si podíamos sacar a la luz aquello que engendramos entre agradables cafés enriquecidos de inolvidables conversaciones.
Y nació. Vio la luz allá por el año 97. No me preguntéis exactamente cuándo puesto que no tengo ahora mismo en mi poder esa información, pero si recuerdo que fue en aquel año, el 97.
Rápidamente estuvo en las ondas radiofónicas y rápidamente se convirtió en un éxito. Los compañeros de la tertulia supieron comprender y captar el sentido que tenía el programa, y cómo quería que fuese estructurado. Al ser el único que tenía experiencia en radio (Onda Sur Motril, que tiempos aquellos, que serán motivo de otro capítulo de estos recuerdos), y al ser uno de los creadores del programa, me erigí en director del mismo. Aquel "Incienso y Cera" del 97 tenía una estructura perfecta e impecable. Muchas secciones, cada una en su lugar, y todo perfectamente engranado para que adquiriese dinamismo e interés hacia el oyente. Fuera aparte, el contenido de ese continente era rico, muy rico, fruto de aquel grupo de jóvenes con ganas de comerse el mundo (cofrade, claro).
En poco tiempo, Incienso y Cera se convirtió en el referente informativo de aquella época. Todo el mundo hablaba de Incienso y Cera, y no era para menos. Fue el único programa que no se hacía al tun tun, ni sobre la marcha, sino que llevaba un trabajo de toda la semana para crearlo y darle forma.
Todo esto hizo que, por consiguiente, y a través de los buenos contactos que teníamos, pasasen por la emisora, y por nuestro programa los más importantes personajes de la Semana Santa motrileña. Y todos lo hacían agradecidos y felicitándonos por haber hecho algo "en condiciones", algo que merecía la pena ser escuchado. Aparte de la más estricta y rigurosa información, las más importantes y originales entrevistas, también se introdujo la opinión. Recuerdo que comenzábamos con una editorial que escribía todas las semanas, y que hacía referencia a algún importante hecho que hubiese ocurrido en el transcurso de la semana. Después había una columna a cargo de David Rodríguez, en la parte central se establecía una tertulia donde cada cual expresaba lo que pensaba sobre el tema propuesto y, al final del programa, se incluía una columna final, también a mi cargo, donde se llamaban a las cosas por su nombre.
Un programa que, hoy por hoy, no tiene posible comparaciones en Motril. Un programa que tuvo su vida y que luego mutó a lo que, hoy por hoy, es el programa de Jose Santiago, que es el hijo menor de aquel Incienso y Cera. Tras muchos programas de emisión, algunos se fueron de la tertulia, otros fueron invitados a irse, otros nos fuimos de los motriles por cuestiones laborales y, al final, solo quedó Jose al mando de aquel trasatlántico que, hoy es más bien un yate en el que pasar para recrearse y sentir el mundo cofrade según la particularísima visión de José...
Pero ese será el tema del próximo recuerdo...