Qué haría el mundo sin la Pajín. Qué gran fichaje hizo el presidente con esta arquitecta de los zappines televisivos, radiofónicos, tema de tertulias entre cañitas y digestivos. Qué gran descubrimiento. Que no desaparezca nunca del panorama público.
Cada pocos días nos deleita con sus regalos ideológicos o de otras índoles, para refrescarnos el día, para olvidarnos de aquellos tremendos y gravísimos problemas de los que adolece nuestro país.
Es el bálsamo que necesitamos para esbozar una sonrisa en nuestro dolorido rostro causa del paro, la crisis, la caída de la bolsa, la recesión económica...
Pero ella vive en otro mundo. Es feliz. Da la impresión de que ni siente ni padece lo que ocurren en nuestro país. Vive en una nube distinta a la nuestra. Vive en esa nube donde crecen brotes verdes y puede ver sin necesidad de catalejos las alineaciones planetarias, de presidentes, y de transfugas que viajan al partido donde milita su madre para cargarse el gobierno de una ciudad.
Qué idílico es todo. Qué mistico. Qué fantástico.
La última tuvo lugar ayer. Nuestra Pajín nos regala un exquisito discurso en el que mezcla las diferentes lenguas de nuestro país.
Qué bellísimo sonodo para nuestros vulgares oídos acostumbrados a escuchar a Cervantes, Machado, Muñoz Molina o Pérez Reverte. Quita, quita. Todo eso es pecata minuta al lado de la meticulosa construcción y dicción de Pajincita. Cómo el verbo de este extraordinario ser sobrevuela todo el senado para colarse en los tímpanos de los afrotunadísmos senadores que exclaman un ¡aleluya! al oir tan increíble recitación multi idiomática con la fluidez y sencillez, pero también con la depuradísima técnica que Pajincita nos regala gracias a su incalculable generosidad.
Oh, cielos. Por favor, les invito a que también disfruten del espectáculo circense más destacado del momento.
Oh, a mí aún no se me ha cerrado la mandíbula de asombro, y aún sigo recogiendo baba porque soy incapaz de dejar de sentir espasmos orgasmáticos cada vez que me pongo el video una y otra vez hasta la saciedad.
Os dejo la perla políglota y otro par de clásicos de este ser supradivino.
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