lunes, 29 de octubre de 2007

RECUERDOS 4. LOS "OTROS" DICTADORES

Como ya advertí al comienzo de esta serie de recuerdos, no es el orden cronológico lo que me mueve a contaos mis experiencias autobiográficas, sino el impulso con el que cada día mueve mi ser. Y hoy me siento motivado para relatar mi paso por la Hermandad de la Expiración. Todo lo que cuento es fruto de lo que viví en aquella época nefasta para mi persona y, en general, para el mundo cofrade.

Los virus son unos organismos que se introducen en el cuerpo humano generando enfermedades. Su forma de actuar se basa en la destrucción sistemática de las células para hacerse con el absoluto control del organismo. En ese aspecto y amparándome en la metáfora anteriormente citada, en la Hermandad del Cristo de la Expiración de Motril hay un virus. Y es bien gordo y bien hermoso, porque dicho grupo cofrade no levanta cabeza desde tiempos inmemoriales por este aspecto. Lo curioso de este caso es que nadie, y cuando digo nadie incluyo a todos los "alguien" de las altas esferas eclesiásticas, ha podido poner freno al desmesurado e imparable avance de este tumor cofrade con forma de jersey de pico o chaleco de punto en su caso, y vaquero desdeñado aferrado a un cinturón oprimido por una barriga semiprominente y desubicada.

Durante un tiempo fui secretario de la mencionada anteriormente hermandad, en el cual, su hermano mayor era José Santiago, padre de José Antonio Santiago, conocido cofrade motrileño. La propuesta me vino en un momento en el cual me sentí absolutamente ignorado por algunos miembros de mi anterior Junta de Gobierno, y viendo que poco me quedaba que hacer en ella, y que lo mejor que podía intentar al respecto era dejar pasar la tormenta hasta que llegase la bonanza climatológica, pues decidí dar un giro para seguir con mi trabajo a pie de pista, entregándome a aquello que durante toda mi vida me había gustado. Así que con ese propósito y con la posibilidad de desarrollar una nueva faceta para mí, como era la secretaría, me embarqué en esta nueva aventura.

Cierto es que todo pintaba muy bien. Parecía una Hermanda con ideas, con ilusión, con ganas de trabajar y con las cosas bastante claras. Recuerdo que ya había colaborado con ellos unos años antes, puesto que a través de mi maestro del cole (muy querido) Paco Guindos, anterior Hermano Mayor, me pidieron que les realizase una programación didáctica para un programa de garantía social a la cual la Hermandad iba a pedir y, posteriormente, impartirla. Recuerdo que fue un auténtico trabajo de chinos y cualquiera que lea esto y sea docente, sabe por qué lo digo. Pues con todo este panorama me animé a trabajar con un objetivo: aportar todo mi saber y mi experiencia en pos de un proyecto muy ilusionante.

Hasta ahora todo parece un cuento de hadas. Aprovecho lo del cuento de hadas para recomendaros una peli muy entretenida y mágica: "Stardust". Os gustará. Tras este inciso, continuamos...

Hasta ahora, todo parecía muy ideal e idílico. Y así comenzó siéndolo. Pero como todo aquello que va bien en una Hermandad es digno de mención, pero no deja de ser lo que debe ser, pues voy a obviarlo y vamos a pasar al momento en el que el lado oscuro de la fuerza aparece, decapita al maestro Jedi, y nos dice a todos quién maneja el cotarro.

A medida que va pasando el tiempo, comenzamos a darnos cuenta de que hay un personaje importante que, oficialmente no es más que un miembro más de la Hermandad, pero que, oficiosamente era el titiritero mayor del reino y el único causante de que este grupo anduvise mal desde sus principios. Es un ser extraño, de raras costumbres y surrealistas decisiones que, sin saber por qué, hace y deshace a su antojo. Y voy a contar una par de ejemplos a modo de simpática anecdota. Recuerdo la campaña de lotería de Navidad de aquel año. Todo fue bien. Todos vendíamos lotería. Pero en este caso, me voy a parar concretamente en mi querido amigo David Rodríguez y en Javier Sabio. Cuando leas esto, mi querido amigo David, quizá descubras algo que nunca te conté. Pues resulta que ellos colaboraron en la venta de participaciones y décimos. Una vez quedó todo vendido, se hicieron cuentas, se entregó el dinero y todo bien. Pero, ¡oh sorpresa!, ocurrió algo inesperado y totalmente retorcido pasados un par de meses. En aquellos momentos me encontraba realizando un trabajo a nivel personal para este sujeto, trabajo por el cual recibía unos emonumentos. Pues bien, llegó el mes de marzo, y al recibir lo que se me debía hasta este momento, veo con asombro que se produce un descuento de lo recibido a causa de unas cantidades que "presuntamente" debían David Rodríguez y Javier Sabio. En esos momentos me quedé absolutamente estupefacto por dos razones: En primer lugar porque yo estuve con David y Javier en la época de la venta de la lotería, y se que todo quedó pagado y zanjado y, por otro lado porque no sabía a qué puñetas venía el cobrarme a mí una cantidad que no pertenecía a mi persona. Pero sobre todo el primero de las razones, que era la primigenia y más importante... Tras decirle por activa y pasiva que estaba en un error, fue cuando lanzó su primer "esto es así porque yo lo digo" que acabó de raíz con la discusión. Y, claro, como me pagaba él, no pude recuperar aquello que me pertenecía porque nunca quiso dármelo, a pesar de estar equivocado.
Vamos con el segundo caso digno de mención y extraño desde su primitiva gestación. En aquellos tiempos, el paso de misterio habíase quedado sin capataz y casi sin costaleros porque no se le ocurrió otra que largar al anterior capataz, José Antonio Morales, más conocido como Luigi, famoso también en el mundo cofrade motrileño porque, según este sujeto, no sabía llevar un paso. Y, curiosamente, son innumerables las ocasiones en las que José Antonio ha hecho las labores de capatacía delante de un paso. Al quedarse prácticamente huérfano, pues se le ocurrió tirar de mi persona y de mi amigo José Antonio Santiago para echarle una mano para buscar costaleros y sacar el misterio a la calle. Y así fue. Y así lo hicimos. Salió a la calle con todos los costaleros y como creo que nunca ha salido ese paso a la calle, modestia aparte. Pues después de conseguir encontrar una muy buena cuadrilla de gente que dio el callo y que era ejemplo de lo que es un grupo unido e ilusionado por tan noble labor, llegó este señor y casi que se carga todo el trabajo realizado. Se empeñó en que todos aquellos costaleros que, en un principio vinieron para salvar momentáneamente la situación de la salida de aquel año, tenían que hacerse hermanos. Hasta ahí, vale. Pero después vino a decirnos que los costaleros tenían que pagar una tarjeta de sitio. Ya empezaba a sonar un poquito a cachondeo, sobre todo teniendo en cuenta que era gente venida de otras cofradías para solventar la carencia costaleril de aquel año y que, para poder implicarlos en el proyecto, al menos tenían que vivir la experiencia de la primera salida para poder contar con ellos en futuras salidas. Pues se empeñó en hacerlos hermanos, con su correspondiente cuota, y pagar la tarjeta de sitio, con su otro correspondiente desembolso económico. Pero como no quedó contento, vino con otra más. Vino a comunicarnos que todos los que saliesen debajo del paso tenian que comprarse una medalla de la Hermandad. ¡Santo Dios! ¿Se puede ser tan ruín y rastrero, pesetero e inhumano? Pues si. Él lo era... Y supongo que lo sigue siendo. Es la primera vez que lo voy a contar, pero YO tuve que pagar de MI BOLSILLO hasta siete medallas de siete costaleros que NO podían permitirse pagar las dichosas medallas y que no podíamos permitirnos perderlos. Hasta siete medallas, siete. Nunca lo dije hasta ahora, porque es algo que ha formado parte de mi vivenvia interior. Pero hoy quiero expresarlo, para que todos lo sepan y todos sepan cómo son las cosas en esa Hermandad o, al menos, cómo lo eran cuando yo estaba en ella.
Después de estos dos clarificadores ejemplos, poco queda más que decir. Él fue el único culpable de destrozar y fulminar aquella Junta de Gobierno llena de ilusión y ganas de trabajar, él fue el único culpable de terminar de un plumazo con el Hermano Mayor al darse cuenta que no era un títere al que podía manejar a su antojo, él fue el único culpable de que los costaleros del Dulce Nombre de Jesús se amotinaran contra él con la intención de no sacar el paso a la calle, de lo que quedó constancia en un antológico programa de "A golpe de llamador" en Onda Cero. Él fue el único culpable de que se suspendiese la salida del año siguiente de la Hermandad a la calle. Y puedo seguir porque, hoy por hoy, sigue haciendo estravagancias desorbitadas e incomprensibles, y si no que le pregunten a Álvaro, el vestidor y a Javier Sabio y aquella terrorífica noche en la Iglesia Mayor, mientras estaban junto a la Esperanza, y con la aparición del individuo en cuestión y sus gritos desgañitados en mitad del templo y en plena noche.
En resumen, algunas personas deberían ser borradas de un escobazo del mundo cofrade porque todo lo máximo que saben hacer es lo peor que se puede llevar a cabo en una Hermandad o Cofradía. Y este, el primero en la lista y por la vía rápida, por favor.

2 comentarios:

José Santiago dijo...

Bueno ya era hora que alguien dijese la verdad y por la claras, querido amigo es nuestro defecto o ¿virtud? decir la verdad que no es pecado, un abrazo.

Gerardo Martín dijo...

Yo me acuerdo de 15 o 20 que hicimos el gilipollas aquel tercer día de ensayo en el Coliseo Viñas.
Los dos primeros con Paco Guindos allí supervisando, hasta alentaron ilusión.
Pero claro, ilusión, hermandad, cariño, esfuerzo colectivo, son términos desconocidos para el que repartía el bacalao.
Por cierto, cuando nos fuimos al enterarnos de las triquiñuelas económicas, se nos olvidó darle las gracias por dejarnos ir a hacerle un favor a su cofradía.
¡Que paradoja!
Pero Jesús, que nada enturbie aquellos dos primeros ensayos, ni tu derroche como capataz.
Un abrazo.