lunes, 16 de marzo de 2009

PRESENTACIÓN AL PREGONERO

Y el monte se eleva sobre Getsemaní, floritura de olivos engarzados de sufrimiento anticipado, ante la inminente venida de la certera muerte que acecha como un ladrón en la nocturnidad de su vida. Pero la Victoria se hará presente una vez más, con las lágrimas enjugadas de esperanza, y su rostro destilando tristeza pero confianza al mismo tiempo…


Hermanos de la recoleta Congregación Agustina, Junta de Gobierno y hermanos de la Cofradía de Nuestro Señor en el Huerto de los Olivos y María Santísima de la Victoria, hermanos cofrades, amigos todos.
Este año hace ya nueve que me subí a este atril para cantar a los titulares que residen en este templo y que guían las trayectorias de los cofrades que aquí se congregan. Fue la primera vez que tenía la inmensa responsabilidad de pregonar a un grupo de hermanos y amigos sobre aquello que supone un pilar importante e imprescindible en sus vidas, como es el cariño y afecto que procesan hacia sus titulares. Hoy, nueve años después, han cambiado algunas cosas y, aquello que veía como una responsabilidad temerosa por no saber si estaría a la altura, se ha convertido en un excepcional privilegio que se me concedió en aquel momento, y del cual, hoy por hoy, si habría disfrutado muchísimo más.
Todo esto viene a colación de la importancia que tiene el pregonero a la hora de desarrollar su discurso, pero también para tener en cuenta que el pregonero debe aprender a disfrutar ese privilegio que se le regala y que quiere compartir con sus hermanos.
En este caso nos encontramos con alguien que, aunque suene a manido tópico, no necesita ningún tipo de presentación. Hubiese bastado con decir, aquí tenéis a José Santiago, y disfrutad con él. Habría sido suficiente, sinceramente. José es un hermano que todos conocéis, que ha formado parte de la Historia de la Hermandad prácticamente desde sus inicios, y que ha ocupado diversas ocupaciones dentro de ella. Entonces, el hecho de hablar de la historia personal de este señor, pues puede resultar algo redundante. Así que me voy a centrar en otros aspectos más colindantes, en referentes sensibles que hacen que José sea alguien especial, en lo que podríamos denominar, sus pequeños tesoros cofrades.

Cada uno puede tener diversas opiniones sobre alguien. Es cierto. Algunas personas nos caen mejor, otras nos caen peor. Está claro que nunca llueve a gusto de todos. Pero algo que caracteriza al pregonero de la noche, es que suele tener un mágico hilo de conexión con todo el mundo cofrade. Es poseedor de un magnífico arte diplomático para relacionarse con todos los estamentos de un modo cordial y cercano, con calidez y templanza. Es capaz de acercarse a sus hermanos con sinceridad y humildad, escuchando antes que hablando, aprendiendo antes que departiendo.
Sinceridad he dicho. Pues sí. Nuestro hermano es dueño de la transparencia hecha pensamiento, de la que disfrutamos los cercanos a él, y que tan especial y distinguido le hacen. No hay fisuras, no hay dobleces, lo blanco es blanco y lo negro es negro, no intenta disfrazar de gris aquello con lo que no está de acuerdo en su interior. Esto le hace valedor de una garantía de confianza y de veracidad que hacen que su palabra no sea una duda puesta en boca de alguien, ni una verdad a medias para maquillar un desacuerdo.
Desde los micrófonos de Onda Cero desarrolla su labor informativa, a través de un programa que cumple 11 años ya, y que es la extensión de aquel Incienso y Cera que inauguró de forma contundente las programaciones cofrades de periodicidad semanal. Por cuestiones laborales, tuve que ausentarme de esta mi tierra hacia la Mancha castellana, y me vi obligado a abandonar irremediablemente a mi compañero de batallas sólo ante el micrófono. Al principio los momentos fueron duros. La soledad hacía mella tras tantos años realizando el programa a dos bandas. Pero este periodo de aprendizaje le hizo bien, le ha hecho muy bien. Hoy por hoy, gracias a Dios, me siento orgulloso de lo que hoy es A Golpe de Llamador y. Ha arropado el programa entre sus brazos, le ha mecido y le ha ayudado a crecer. Hoy por hoy ya es adulto, ya tiene vida propia y ya es un referente absolutamente irrefutable de la información cofrade en nuestra ciudad. Amigo, has sabido aprovechar aquella herencia que hiciste tuya hace ya unos cuantos años, y le has insuflado la vida para que todos aquellos que ideamos y pensamos en esa “locura” por aquellos tiempos, como era un programa cofrade semanal, nos sintamos felices al ver la trayectoria recorrida y el buen estado de salud del que goza. Esto ha sido gracias a ti.
Otra de sus dedicaciones más especiales para él se centra en el barrio de Capuchinos, en su hermandad de toda la vida, como él la describe. Desde hace unos años desempeña con acierto el cargo de Hermano Mayor en este grupo de gente de barrio que, por encima de todo, aman y veneran a su Divina Pastora de las Almas. Su empeño está demostrándose día a día, llevando a cabo actuaciones importantes en beneficio de la hermandad, y donde se siente feliz y realizado con su trabajo. Ha elevado a su titular un escalón más cerca del cielo, y al mismo tiempo, un peldaño más cerca de sus vecinos. Y Ella, la Reina, se siente feliz, más arropada y más coqueta que nunca, tras el toque mágico de manos prodigiosas como son las de Antonio Hernández e Israel Cornejo. Felicidades, amigo José, aquel sueño basado en tu amor a la Señora de Capuchinos que barruntabas de pequeño lo has cumplido con creces.
Me gusta tomarme un café con José. Es un ritual, en la plaza de las Palmeras, casi siempre en la misma mesa, uno frente al otro. Se acerca nuestro amigo camarero, que ya nos conoce, pedimos y nos sirve. A continuación nos ponemos a charlar, sin más. ¿El tema? Da igual. No hay tema predefinido. Él me cuenta lo que pasa en esta tierra durante mi ausencia, yo le doy mi opinión sobre lo que escucho. Se produce la magia. Las palabras fluyen sin obstáculo, sin esconderse tras disfraces hipócritas de intentar agradar a tu interlocutor. En esto que pasan por allí amigos comunes. Todos se paran y saludan. Algunos se sientan. Departimos como si nada. Igual de fluido, igual de humano. La capacidad de bienestar que transmite José va más allá de lo que yo puedo escribir en este momento. Es una experiencia de vida que sólo puede hacerse presente a través de la sensación directa de estar cerca del pregonero y sentir, simplemente sentir. Acaba el tiempo de café. Me toca pagar a mí.
José, sabes el tiempo que llevas rumiando este pregón. Muchas veces hemos hablado, y muchas veces has dicho que este es tu pregón, el que llevas dentro, el que sale sólo, el que es parte de ti, y tú formas parte de él. Vas a contarnos sobre la cofradía, sabiendo que tú has sido parte de ella, y vas a contar parte de ti también. Acuérdate que cuando se me encargó esta responsabilidad, hace ya 9 años, tú tenías por ahí fragmentos sueltos, que tenías a bien compartir algunos conmigo. Este es tu momento en esta hermandad, es el momento que has esperado para elevar la vivencia en la Cofradía de la Oración en el Huerto a una experiencia vital a compartir con todos los tuyos. Haznos partícipes, pregonero, de lo que tu verbo arraigado en tus raíces motrileñas y capuchinas es capaz de desplegar con dulzura y delicadeza, con firmeza y arte, con raza y sabiduría.
Sabemos todos de tu amor incondicional a los titulares que hoy presiden este acto. Sabemos todos de tu incondicional admiración a la Madre, principio y fin de tu condición andaluza y mariana por los cuatro costados. Ellos también lo saben, y están impacientes por escucharte, porque perfectamente eres sabedor de que Ellos te quieren y velan por ti, que te tienen por un ser especial, de una estirpe cristiana anclada en la historia de tu andanza por este mundo. Esta es la hora. Ahora te toca regalarnos tu sensibilidad convertida en pureza derramada en forma de palabras que vuelan al cielo de nuestros corazones para demostrarnos, una vez más, cuan grande eres, y cuan infinito es tu amor a Dios.

Que todos saben de tu bondad,
Aquellos que el cielo pueblan,
Querubines angelicales,
Que rubrican tu presencia,
Con pinreles de alabanza,
Y susurros de pureza.
Danos, amigo José,
Tu palabra siempre cierta,
Tu cercano y limpio verbo,
Que corona con acierto,
Cada rezo que tu alma,
Dedica con amor al Padre,
A la Madre Victoriosa,
Y al bendito rey Orante.
Hermanos y hermanas, os dejo con mi amigo, y a su vez el pregonero de esta noche, D. José Antonio Santiago Martín

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