martes, 7 de abril de 2009

PREVIO LUNES SANTO EN MOTRIL

Amanece Lunes Santo en Motril. El cielo rompe en una explosión de luz y color azulado que augura un día espléndido. El bullicio en la calle se torna familiar. Una jornada habitual en nuestra ciudad. Pero todo se tornará en incertidumbre cuando caigan las 9 de la noche. Jesús ora en el huerto. Se afana en suplir mediante la reflexión interior el calvario que se le avecina. Sus discípulos le acompañan, pero caen en el sueño de la desolación. Jesús queda sólo, con la única compañía del Padre, que le escucha pero que ya tiene escrito su designio que no puede ser modificado. El misterio de la muerte de Cristo comienza a transfigurarse en horrenda realidad. La oración que vuela a las alturas desde el monte de los Olivos, entre la tiniebla de la noche y la soledad de su sufrimiento.
En la Casa de Hermandad ya están dando los últimos retoques previos. Él ya está sobre el imponente paso de Misterio que le servirá de vehículo para derramar su bendición por Motril. La flor ya está colocada en su lugar, las imágenes sujetas con firmeza y el paño está roído después de frotar con delicadeza los componentes plateados del paso para que brillen como el mismo sol. Sus hermanos se sienten nerviosos, inquietos, pero al mismo tiempo reposados y tranquilos. La hora se acerca, pero ya está todo preparado. Lo importante ya está hecho. La unión se hace hermandad para dejar todo atado y bien atado. Esperan el momento en que el portón de la Casa de Hermandad se abra, un Lunes Santo más, y la cruz de guía abra el cortejo y de paso a la magia de un día inolvidable en los corazones motrileños que se arremolinarán, una vez más, en la emblemática Calle de las Cañas, para ofrecernos su estación de penitencia basada principalmente en el instrumento de comunicación con el Padre que nos enseñó su hijo. La oración profunda y sincera dirigida con amor, cariño y respeto, llave del cielo y refugio de nuestros desconsuelos.
Y allí se encuentra Ella, la Reina del Lunes Santo encumbrada en su palio como la Madre de todos nosotros, como la más dulce representación de la amadísima presencia de la ternura y pasión por un Hijo que sufre y que carga la Cruz de nosotros pecadores. Una vez más, su cuadrilla hará gala de la más valiente puesta en escena de la pleitesía que ella merece.
Estaremos allí para arropar y acompañar a Jesús y María en Calle Cañas. La noche más hermosa está a punto de comenzar.

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